viernes, 19 de diciembre de 2014

METÉORA A VISTA DE "DRONE"


El fotógrafo y blogger japonés TKYSSTD viajó a Metéora (los Meteoros) con una cámara GoPro 3 ProTune y un vehículo aéreo no tripulado (drone) Sky-héroe Spy con la intención de obtener imágenes del lugar nunca vistas con anterioridad. El resultado es un espectacular vídeo titulado "Meteora: seis monasterios sobre las rocas", de poco más de tres minutos de duración, que ofrece impresionantes imágenes de los históricos monasterios y de las inaccesibles rocas. 


Al doblar una curva en la carretera que conduce desde Tríkala a Kalambaka, aparecen repentinamente unas formaciones rocosas, altas y elementales que se elevan hacia el cielo. Se trata de Metéora. Nada de lo que haya visto en fotos puede prepararle para esto. Sobre estas estructuras están algunos de los monasterios más extraordinarios del mundo. El nombre deriva del verbo μετεωρίζω (meteoriso), que significa suspender en el aire. Esa es precisamente la impresión que se tiene al llegar aquí, especialmente cuando la niebla cae sobre el llano y separa a los monasterios del suelo.

Pocos lugares de Grecia tienen tanta intensidad visual. Las formaciones, que en un momento acogieron 24 monasterios, son indescriptibles.

La mayoría de los geólogos opina que los extraños salientes de roca se han formado debido a la erosión provocada, a lo largo de miles de años, por el río Pinios, que nace en la cordillera de Pindos y atraviesa la llanura de Tesalia.

Quienquiera que fuese el primero, Andrónikos o Athanasios, dependiendo de la historia que se lea o del monje con quien se hable, lo único que puede uno hacer es maravillarse sobre lo que pudo tardarse en llevar los materiales, piedra a piedra, ladrillo a ladrillo, a esas alturas, solo con una cuerda y una banasta. (Hasta hace poco ese era el único método de llevar provisiones a las personas que vivían en las cimas). El mayor monasterio, el Gran Metéoron, también conocido como la Metamorfosis (transfiguración) tardó tres siglos en construirse, y se fundó en 1356.

Si de verdad desea entender la extraña belleza de los monasterios, trate de ponerse en contacto con algún lugareño de Kalambaka o de Tríkala, que conozca las entradas y salidas secretas que conducen a los patios de hierba que a veces hay en los pináculos rocosos. Mientras la mayoría de los turistas vuelven en rebaños a los autobuses, usted se quedará explorando y, tras encontrar un seto escondido, mirará la planicie en la lejanía.

“Los libros del viajero: Grecia”
(El País – Aguilar, 1987)